cuentos

La sociedad del número 13

Hola de nuevo. Quiero dejarles un texto que descarté para la el taller de literautas.

Resulta que en esa ocasión había que realizar un relato en que el protagonista fuera supersticioso y además tenía que incluir la palabra “candado”.

Éste fue el primer texto que me resultó, pero quedó como una mala copia de Dan Brown, algo así como “Dan Brownie”, por lo que al final lo rechacé. 

Lamentablemente para mi, tuve que hacer otro texto, y lo que salió fue “La gata negra”.

Aquí va:

 

Beinish Edelstein lucía abatido en su estudio de Santiago centro. Llevaba 5 días yendo de un lado para otro tratando de descifrar el significado de aquella enigmática carta que lo atemorizaba.

Su alma supersticiosa no paraba de dibujar futuras catástrofes en su vida. Todo empezó el pasado Martes 13, cuando Beinish encontró en el escritorio de su departamento un sobre sellado con un extraño matasellos. Si bien, el solo hecho de que un desconocido irrumpiera en su hogar ya era preocupante, esto no era nada comparado con el contenido de la carta, «Señor Edelstein, en 5 días más conocerá la sociedad del número 13, sea usted bienvenido».

Estaba acostumbrado a este tipo de bromas, en su calidad de escritor de cierto prestigio gracias a su saga de libros llenos de sociedades secretas, recibía de vez en cuando cartas de lunáticos que le hablaban de sectas y otras conspiraciones de las que hacía caso omiso. Sin embargo esta carta era distinta. La sola presencia del fatídico número le ponía los nervios de punta. Estaba intrigado, más aún sabiendo que la fecha del encuentro era hoy.

Por más que trataba de ignorar la invitación, todos sus pensamientos se volcaron en la misteriosa “sociedad del número 13”. Por más que googleó, no obtenía respuestas, sólo información de páginas educativas y dibujos de tatuajes, entre los que destacaba uno de “Hello Kitty”, que distaba bastante de pertenecer a los Illuminati. Al parecer era la broma de algún orate adicto a las conspiraciones.

Beinish no estaba dispuesto a que esa jugarreta mermara su ánimo por más tiempo. Le había dedicado bastante a esa carta, por lo que decidió dar un paseo para disipar sus temores, una broma de mal gusto no iba a alterar su vida y debía dejar de darle vueltas al asunto. Cerca de su departamento estaba el cerro Santa Lucía. La vista panorámica de la capital le devolvería la calma perdida durante la semana y lo ayudaría a romper el bloqueo creativo que había estado experimentado por culpa del incidente. Beinish no sospechaba que ese día nunca alcanzaría a realizar su paseo.

Salió del edificio y escuchó una voz detrás suyo, «Señor Edelstein, no tema, hoy su vida cambiará», aquel misterioso hombre no le dio ninguna oportunidad de respuesta. Al mismo tiempo que sentía un pinchazo en su brazo izquierdo, otra persona le cubría la cabeza con una capucha. Mientras perdía el conocimiento, solo escuchaba el ruido del vehículo ponerse en marcha.

Cuando Beinish despertó, su cabeza daba vueltas. Recordaba su secuestro y le sorprendió encontrarse en un cómodo “bergeire” en vez de estar maniatado como sería lo lógico ante una situación como la que actualmente vivía. Al menos sus captores habían tenido esa deferencia hacia su persona, ―por lo visto la recompensa que pedirán por su rescate será alta―, se dijo.

Mientras aún seguía con sus conjeturas, Un hombre joven ―aproximadamente de su edad― apareció esbozando una cordial sonrisa.

―Veo que ha despertado señor Edelstein. Disculpe mis modales, pero de otra forma no habría querido acompañarme.

― ¡Explíqueme de una vez por todas lo que sucede! ¿De qué trata esta broma?

Su interlocutor analizó con rostro pensativo las palabras que diría a Beinish. Tomó aire, y con una expresión confiada prosiguió.

―Nos interesa que ingrese a nuestra sociedad del número 13. Luego de analizar todos los pros y los contras, nos parece que usted es el más indicado para ocupar el puesto que dejó su padre al morir.

― ¿Dijiste mi padre?―La noticia lo tomó por sorpresa. Jamás imagino que su padre le escondiera secretos. Ni mucho menos que perteneciera a una sociedad secreta.

―Su padre perteneció al  consejo mayor de la sociedad, es lógico que usted ocupe su vacante, claro que tendrá que empezar desde el fondo. Hay muchas cosas que tiene que saber.

― ¿En qué consiste todo esto? ¿Tiene relación acaso  con la leyenda de que los apóstoles en verdad eran 13 y a María Magdalena siempre la excluyeron? ¿Hay relación con las constelaciones del zodiaco que en verdad son 13?

―Amigo, al parecer le ha hecho mal leer  a Dan Brown, ve conspiraciones donde no las hay. La explicación es mucho más simple de lo que parece. A quienes nos enfrentamos son unos supersticiosos y aludir al número 13 sólo es para putearlos un rato.

―Nunca pensé que mi padre perteneciera a un grupo de chiflados…

―Si quieres respuestas, tu anillo te las dará.

Beinish recién en ese momento reparó en el viejo anillo de oro que su padre le había regalado antes de morir. Se fijó que tenía grabado un sello idéntico a la que estaba en la cerradura de la puerta del salón. Todo indicaba que no le dejarían marcharse hasta que intentara abrir la puerta.

Se incorporó de forma instantánea, sus piernas no le respondieron aún mareado por el efecto del fármaco y haciendo un esfuerzo, se acercó a la puerta  poniendo su anillo en el extraño candado que descansaba en la aún más extraña puerta de hierro. Giró su mano y un click, seguido de un chirrido metálico indicó que el candado había cedido, cayendo con un golpe seco que hizo eco en todo el cuarto.

Edelstein y su captor miraban asombrados la puerta entreabierta que estaba lista para develar sus misterios. Se miraron, y la tensión inicial del secuestro se transformó en complicidad.

―Después de usted señor Edelstein― Beinish obedeció, y temeroso, pus su mano en la puerta, que lentamente se fue abriendo.

El escritor no halló palabras para describir lo que había al interior de la habitación, lo que escondía  la puerta de hierro, no solo cambiaría su vida, sino que también el destino de todo el mundo. Ambos jóvenes estaban atónitos.

Baenish comprendió que continuar el legado de su padre era su destino.

Su iniciación en la sociedad del número 13 estaba recién comenzado.

 

 

 

One thought on “La sociedad del número 13

  1. Tiene potencial, con un poco de pulido puede quedar muy bien! Me gusta el matiz humorístico y la referencia a Dan Brown está bien usada. Tiene un aire a El Código Da Vinci, quizás, pero según cómo lo sigas trabajando puede resultar en algo muy diferente.

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