Hola amigos, les traigo un relato un poquitín “políticamente incorrecto”. Pero si realizamos estas restricciones la literatura no tendría gracia.
Como diría Adolfo Bioy Casare: “Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro”. Soy libre.
Antes de seguir contándoles mi historia es importante explicarles algo. No soy un náufrago, pero muchas veces me he sentido así. Y mi isla, es esta mierda de colegio en donde he aguantado durante doce años las humillaciones por parte de idiotas que el único futuro que les espera es el de ingresar a trabajos de mierda, con sueldos de mierda y familias de mierda. Si sus destinos dependieran de mí, esas lacras serían más útiles para la sociedad como donantes de órganos que como ciudadanos.
Tu sabes de quienes estoy hablando, apuesto que los conoces, pululan por las oficinas y fábricas de todo el mundo. Son mediocres en sus labores, y para lo único que sirven es crear apodos y burlarse de sus compañeros de trabajo. Esas mierdas toda su vida se aprovecharon del débil, y ahora, cuando noson más que mano de obra barata y el peldaño más bajo de la sociedad, tratan de abusar de los demás para tratar de aferrarse a un pasado en que eran los amos y señores de todo.
Lo que hice esta mañana no fue planificado, simplemente desperté y me dije «voy a matar a éstos hijos de puta». Es verdad que ayer los muy cabrones sumergieron mi cabeza en el W.C. Es verdad que me hicieron llorar delante de todo el colegio, y sin embargo no es lo peor que me hicieron. El brazo roto hace cinco años, las palizas constantes… En fin, mi vida escolar no podía seguir siendo ese infierno en el que se había convertido. ¿Y saben qué es lo peor? Yo no era el único a quien golpeaban, y ni siquiera era el más pequeño de las víctimas, y los profesores siempre haciendo la vista gorda. No tenían otra alternativa, ellos están agarrados de las pelotas peor que yo, porque los padres creen que los macacos que han criado como hijos son intocables.
Lo que ocurrió ayer sólo fue la gota que rebalsó el vaso.
Hoy me levanté más temprano de lo habitual, radiante de energía, puse una de mis canciones favoritas, “Psycho Killer” de “The Talking Heads” (Si algún día planean una matanza en la escuela, usen esta canción, no se arrepentirán. Saqué la idea de un capítulo de “Heroes”) y antes de irme tomé prestada algunas armas de caza que mi padre guardaba en el sótano. Nunca entendí sus gustos, aquellos pobres animales nunca le dieron motivos para ser asesinados, a diferencia de los infelices de mis compañeros que hace rato deberían estar bajo tierra.
Llegué al colegio a las ocho menos veinte con un objetivo claro: enfrentarme a Felipe. Si debía iniciar la limpieza, esta empezaría con él; y sabía donde encontrarlo.
Abrí la puerta del baño y ahí estaba, con un cigarro en la mano y la actitud de aquél a quien todos le temen.
— Hola mariconcito— me dijo el muy hijo de puta— ¿Quieres otra zambullida en el váter?
Puedo apostar que le sorprendió la sonrisa que le dediqué, aunque no le di mucho tiempo de respuesta. Mi bate golpeando en su cabeza sonó como una calabaza cayendo en el piso.
Debo darle crédito a Felipe, es duro el cabrón. Pese a que le di con todo, aún estaba consciente, y escucharle decir «no me pegues Camilo» mientras lloraba como una nena era mejor que oír en vivo a Arcade fire.
Me dio pena, así que decidí perdonarle la vida, pero a cambio se la arruinaría para siempre. Tomé mi teléfono y lo grabé suplicando. Se fue directo a youtube el desgraciado, y el pantalón humedeciéndose con su propia orina fue la guinda de la torta.
Mientras escapaba de ahí recordé las palabras de nuestro consejero escolar, el Señor Eugenio Peralta, un flaco insignificante que tiene cara de que la esposa le pega «chicos, algún día serán exitosos y el bullying quedará atrás, esa será su venganza». Estimado señor Peralta, váyase a la mierda. No puedo esperar tanto por mi venganza. Intente usted vivir como yo y después conversamos.
Seguí por el pasillo hacia la cafetería sintiéndome el rey del mundo; nadie notó mi espectáculo y fui a la mesa en donde los amigotes de Felipe se juntaban.
Pensé que dispararles sería difícil, pero era igual que Call Of Duty, incluso mejor. Cayeron como muñecos de trapo mientras jalaba el gatillo. No me juzguen, les apuesto que desde lo más profundo de sus corazones habrían hecho lo mismocon los que los atormentaron en la juventud.
Los gritos no tardaron en llenar toda la escuela, no lo entiendo ¿Por qué gritaban? No tenían nada que temer, lo único que hacía era liberarlos de sus torturadores. La diferencia de ellos es que tuve los huevos para plantarles la cara.
Imaginen la escena: Un adolescente medio aturdido en el baño, sin controlar esfínter, siendo viralizado en internet por millones de personas. Cinco jóvenes muertos que en un par de años nadie extrañará, y cientos de alumnos gritando sin entender que estaban a salvo. El ruido era desquiciante, así que huí hasta el despacho del director y me encerré para escribir la carta que ahora leen.
Siento la sirena de la policía. Solo espero que entiendan mis motivos…
Hola de nuevo, adivinen. Si, estoy muerto.
Cuando la policía ingresó, me hicieron cagar a balazos
Los medios de comunicación y la opinión pública calificaron mi obra como el acto de un psicópata, de un desadaptado social que se cargó a cinco jóvenes indefensos, pero para los marginados de todas las escuelas del mundo, me convertí en su puto héroe. La filtración de mi carta gracias a internet me elevó a la categoría de santo de todos los niños bullying.
Y aunque no lo crean, cuando el año terminó, las camisetas con mi rostro se vendieron más que las del Che Guevara y Justin Bieber juntos.
Como desearía estar vivo en este momento…