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Flotando Voy, Flotando vengo

Hola amigos.salmon

Mi amiga y compañera de literautas, Aurora Losa en el primer aniversario de su blog propuso como actividad hacer un relato referente al salmón. 

Aquí va mi humilde aporte.


Mi destino y el de mi especie ha sido siempre el mismo: Nacer, ir al mar, volver a mi lugar de nacimiento, procrear, morir.  En resumidas cuentas ser salmón es una mierda. De partida, dios es un maldito troll. ¿A qué clase de enfermo se le ocurre que después de tener sexo debemos morir? Realmente la tenemos difícil, aunque podría ser peor, los humanos macho tienen el punto G adentro del culo. Diosito, eres de verdad un retorcido.

Ahí estaba yo río arriba junto a los demás del clan. Habían varias caras que hace un montón de tiempo no veía, y otras que no aparecieron, lo más probable es que acabaron en un sartén a la mantequilla o en un roll de sushi que tan de moda está entre los snob de la superficie.

Eso no era vida para nadie y yo estaba a un instante de ingresar al punto sin retorno, dentro de poco estaría en mi lugar de nacimiento, conocería a una salmona simpática, le entregaría toda mi lefa y luego moriría para dejar descendencia que no conocería a su padre. Yo no quería repetir el ciclo. ¿Qué clase de padre sería? Aún faltaban varios kilómetros y seguía río arriba con otros compañeros, parecíamos un rebaño resignado a ir al matadero.

Cuando se efectúa un acto mecánico, como correr, pedalear o en mi caso, nadar hacia la muerte, es natural que los pensamientos bombardeen tu cabeza, una serie de interrogantes afloraban y créanme, no quería ser uno más de la cadena. ¿Y si mandaba todo a la mierda y me dedicaba a vivir mi vida? Y eso fue lo que decidí. También ayudó un poco cuando un oso puñetero le cercenó la cabeza a mi vecino de viaje. Eso no podía seguir por lo que cerré mis ojos y me dejé llevar por la corriente contradiciendo las leyes de la creación (diosito: Jódete).

La paz que experimenté en ese momento era indescriptible, por primera vez en mi vida mis actos no eran producto del  instinto. Antes toda mi existencia era un acto reflejo sin comprensión: Nadar hacia el mar, alimentarme, hasta los deseos de volver. Todo era automático, en cambio ahora por fin era el dueño de mis actos, eso se lo agradezco al libro de Nietzche que leí de un naufragio en el Pacífico (¿Se imaginan que en vez de ese libro hubiese estado “Juventud en éxtasis”?).

No sé cuantos kilómetros recorrí, el tiempo adquirió una relatividad que me permitió contemplar lo ínfimo de mi existencia. Eso era la vida, repetir el ciclo de mi especie una y otra vez, desaparecer y ser olvidado para siempre. Tarde o temprano todos tendríamos la misma suerte, simplemente antes del olvido definitivo decidí vivir como siempre quise hacerlo.

Al final recorrí cientos de mares hasta que me encontré en una isla con un camarón y formamos un dúo de música flamenca subacuática.

Desde ese día vivo para cantar, y más de alguna vez veo a otros salmones volviendo al río para reproducirse y morir. Sé que algún día lo haré. ¿Cuándo? Pronto.

Esa será mi gira final.

3 thoughts on “Flotando Voy, Flotando vengo

  1. Me gustó cuando me lo “regalaste” y me gusta hoy. Nunca cambies ese sentido del humor del que haces gala en cada relato, sin duda es tu seña de identidad. Un besazo, amigo.

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