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Microcuentos de Junio

Hola chicos, este mes, literautas propuso como desafío hacer un micro que incluya las palabras “Juguete(s)” y “ayer”.

Al final logré enviar algo y en el proceso algunos micros quedaron descartados. Se los presento.


Problema de rectitud.

Vicente despertó en medio de la sala de urgencias del hospital sin comprender lo que ocurría. Sólo al ver que en la radiografía, un juguete de acción de “Max Steel”  recorría su recto, se dio cuenta de que la fiesta de ayer había estado muy loca.


Reviviendo la memoria

Luego de muchos años alejado del país que lo vio crecer, Francis Cohen vagaba por las calles de piedra de su antiguo barrio. El entorno que ayer le traía felicidad, hoy era sinónimo de muerte. Tuvo suerte de ser el último sobreviviente de su familia y las ruinas del ghetto eran un simbolismo de su estado interno.

Caminó entre los escombros. Un brillo metálico captó su atención. Era prácticamente imposible pero ahí estaba, intacto al igual que sus recuerdos.  Era un simple juguete, pero en ese instante nada importaba. Por un momento sintió a los suyos más vivos que nunca.


El orgullo puede esperar

3 am. Suena el teléfono en la casa de Víctor:

— ¿Quién llama a estas horas?

— Soy yo, Valentina, necesito que vengas.

— Te lo dije muy claro ayer en la noche, no cuentes conmigo nunca más en esta vida. Me cansé de ser tu maldito juguete al que usas sólo cuando el hijo de puta de tu novio no te toma en cuenta. Tengo sentimientos y un orgullo que has pisoteado durante estos años. ¡Se acabó!

— Sólo tengo puesto mis calcetines…

—…

—Víctor ¿estás ahí?

—Llego en media hora, pero que sea la última vez.


La paradoja de los amantes

Cuando un amor acaba, y las caricias, las canciones, y todos los hermosos recuerdos, se convierten en habitantes del ayer. Sucede un fenómeno que explica el comportamiento errático de los amores que acaban: los fragmentos de los corazones rotos forman un coro de reclamaciones con distintas voces.

Un pedazo no para de maldecir, otro se recrimina por sentirse usado como un juguete. En cambio hay un pequeño trozo de corazón que casi pasa desapercibido, es el más honesto de todos y tú lo reconocerás porque aún sangra. Él, desde un rincón, y casi en un susurro, entona un triste “te amo”.


Hora del cambio

Max Steel se cansó de ser un juguete que fomente la violencia. Ayer lo vi abordar un vuelo con destino a Gaza para inscribirse en una ONG de ayuda palestina.